Autocrítica y perfeccionista, esas son características con las que definitivamente cuento. Me pregunto si serán cualidades positivas o más bien defectos. Pero no creo ser la única.
Entre la rutina diaria, los deberes, el trabajo, los asuntos familiares, las peleas de amistades y otros acontecimientos de la vida cotidiana, ya no somos capaces de registrar nuestros pequeños logros. La crítica interior siempre está presente, para expresar su opinión ante nuestros logros o fallas. Nos convencemos de la idea de que, con progreso y libertad plena, alcanzaremos la felicidad absoluta. Desde luego que todos queremos cambiar y progresar, y es sano sentirse así, pero la búsqueda constante de la perfección nos lleva a caer en la insatisfacción. Y allí es donde tiene lugar la crítica, donde nada parece conformarnos. La satisfacción por nuestros logros es efímera, y a veces, ante la espectación y ansiedad por pasar a lo que sigue, nos olvidamos de disfrutar de ella, de saborearla.
Nuestra felicidad no depende de la cantidad de cosas que hallamos logrado, porque podemos haber logrado miles y aún así estar insatisfechos. La crítica, que no nos permite disfrutar de nuestras elecciones, nos impide disfrutar de lo que ya tenemos, lo que alcanzamos.
Entonces, ¿no será mejor ponerse metas más pequeñas y comenzar a apreciar lo nuestro?No se trata de conformarse con poco ni tampoco implica dejar de buscar la manera de progresar. Sino que se trata de detenerse ante nuestros éxitos, contemplarlos, cuidarlos y mantener la satisfacción que nos provoca haberlos logrado. A menudo valoramos lo que tenemos en comparación con lo que tiene el otro, ¿pero quién dijo que necesitamos tener lo mejor de todo para alcanzar la felicidad? Sólo necesitamos aquello que nos haga sentir bien.
La autocrítica puede ser nuestra aliada, nos ayuda a prosperar y a crecer como personas, pero hay que controlarla. Hay que controlar a esa vocecita interior que nos dice "hice todo mal","ella es mejor","no me sale". Es necesario que nos enfoquemos en los resultados: si bien la crítica es el camino para alcanzar la perfección, la felicidad se basa en la satisfacción. Dejemos de lado esos sermones insoportables de nuestra voz interior y comencemos a actuar en lugar de mirar atrás y maltratarnos pensando en nuestros errores. Después de todo, tenemos libertad para elegir cómo vivir nuestras vidas, lo cual debería darnos felicidad. Y dicen que nunca hay que dejar de buscar la felicidad...
Entre la rutina diaria, los deberes, el trabajo, los asuntos familiares, las peleas de amistades y otros acontecimientos de la vida cotidiana, ya no somos capaces de registrar nuestros pequeños logros. La crítica interior siempre está presente, para expresar su opinión ante nuestros logros o fallas. Nos convencemos de la idea de que, con progreso y libertad plena, alcanzaremos la felicidad absoluta. Desde luego que todos queremos cambiar y progresar, y es sano sentirse así, pero la búsqueda constante de la perfección nos lleva a caer en la insatisfacción. Y allí es donde tiene lugar la crítica, donde nada parece conformarnos. La satisfacción por nuestros logros es efímera, y a veces, ante la espectación y ansiedad por pasar a lo que sigue, nos olvidamos de disfrutar de ella, de saborearla.
Nuestra felicidad no depende de la cantidad de cosas que hallamos logrado, porque podemos haber logrado miles y aún así estar insatisfechos. La crítica, que no nos permite disfrutar de nuestras elecciones, nos impide disfrutar de lo que ya tenemos, lo que alcanzamos.
Entonces, ¿no será mejor ponerse metas más pequeñas y comenzar a apreciar lo nuestro?No se trata de conformarse con poco ni tampoco implica dejar de buscar la manera de progresar. Sino que se trata de detenerse ante nuestros éxitos, contemplarlos, cuidarlos y mantener la satisfacción que nos provoca haberlos logrado. A menudo valoramos lo que tenemos en comparación con lo que tiene el otro, ¿pero quién dijo que necesitamos tener lo mejor de todo para alcanzar la felicidad? Sólo necesitamos aquello que nos haga sentir bien.
La autocrítica puede ser nuestra aliada, nos ayuda a prosperar y a crecer como personas, pero hay que controlarla. Hay que controlar a esa vocecita interior que nos dice "hice todo mal","ella es mejor","no me sale". Es necesario que nos enfoquemos en los resultados: si bien la crítica es el camino para alcanzar la perfección, la felicidad se basa en la satisfacción. Dejemos de lado esos sermones insoportables de nuestra voz interior y comencemos a actuar en lugar de mirar atrás y maltratarnos pensando en nuestros errores. Después de todo, tenemos libertad para elegir cómo vivir nuestras vidas, lo cual debería darnos felicidad. Y dicen que nunca hay que dejar de buscar la felicidad...
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